Resumen: Según la Asamblea General de la Naciones Unidas, (2010, p. 3) disponer de agua potable y al saneamiento es fundamental y esencial para una vida digna, por lo tanto se considera un derecho indispensable que permite el cumplimiento de todos los derechos humanos consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El agua potable es necesaria para garantizar la salud, la alimentación, la industria y la energía; áreas indispensables para el mantenimiento y crecimiento de la población, por lo tanto, se requiere una gestión multisectorial y holística para el uso adecuado y equitativo, adaptadas a las necesidades imperantes de la sociedad civil (UNESCO), 2003, p. 294).
Por lo tanto, es necesario que el agua sea de calidad (con valores estéticos, organolépticos, físicos, químicos, biológicos y microbiológicos admisibles), esté disponible (mínimo 20 litros por persona), sea aceptable (instalaciones específicas para los distintos géneros) este accesible (a no más de 1.000 metros y a menos de 30 minutos) y sea asequible (un costo menor al 3% de los ingresos familiares) (Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 2011, p. 8-11). No obstante; fenómenos como la pobreza, la desigualdad, las relaciones de poder y políticas deficientes mantienen en un estado de crisis este recurso. Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2006), los problemas de salud producto del déficit del agua y poco saneamiento generan millones de muertes humanas a nivel mundial, siendo la segunda causa de muerte infantil. |